jueves, 8 de diciembre de 2016

Yoga en la arena



YOGA EN LA ARENA


El verano ha quedado atrás hace ya tiempo. Hemos retornado a nuestros quehaceres cotidianos, nuestras rutinas y nuestro Yoga en sala. Pero no quiero dejar de comentar que este año he dado una clase de Yoga en la playa, sobre la blanda arena. Todos hemos visto esas maravillosas fotos de algún magnífico yogui practicando una espectacular asana sobre la arena con el mar de fondo. Sin lugar a dudas es una estampa preciosa, pero para mi tan solo eso.


Tengo la suerte de ir mucho a la playa y en muchas ocasiones veo a gente practicando Yoga sobre la arena, unos con más acierto que otros, les miro y observo. Tan solo en una ocasión me vi en la obligación de intervenir al ver como una joven y novel practicante de Yoga, que estaba junto a mi toalla,  intentaba deslumbrar y aleccionar a su novio (supongo que lo era) haciendo Shirsasana (asana sobre la cabeza) con tal desatino que por unos momentos pensé que terminaría con el cuello roto. Ya sabéis, los que venís a mis clases, que esta es una postura exigente que se debe practicar con cuidado y control y nunca bajo las condiciones de: "mira cuñao lo que he aprendido hoy en Yoga" ya que lo mínimo que podrás sacar de la exhibición sera un costalazo o un esguince cervical.



Pero no nos desviemos. A mi nunca me ha gustado practicar Yoga en la arena, a pesar de ello en muchas ocasiones he practicado alguna asana poco llamativa bajo la sombrilla, alguna torsión o la pinza, cosas sencillas que no llamasen demasiado la atención.

¿Por que no me gusta la arena para hacer Yoga?
Tengo varias razones: una seria la ya mencionada, no me guata llamar la atención y que la gente me esté mirando. Tal vez sea una tontería o la costumbre de hacer Yoga solo o en compañía de otros practicantes pero lo cierto es que me da un poco de vergüenza. Otra de las razones es la arena, no porque esta no me guste, la arena me gusta mucho, en cierta forma soy como los niños pequeños y me encanta rebozarme en ella. Pero para algunas Asanas no es lo más conveniente. Lo primero descartar las invertidas ya que al levantar las piernas y los pies la arena termina en la cara y los ojos y no es agradable. Posturas en las que se requiere cierta simetría y estabilidad no van bien ya que la arena cede bajo tus pies, manos o rodillas y hace que partes de ti estén mas hundidas que otras produciendo desajustes en la alineación corporal. Las posturas en las que necesitas una cierta potencia física en los brazos o piernas se ven comprometidas ya que la arena va cediendo. Otro factor que no me gusta es que es difícil apreciar cuales son los limites de cada uno, hasta donde puedes llegar en una asana ya que la arena al ceder te facilita algunas posturas y tal ves no seas capaz de saber a ciencia cierta si estas avanzando mucho en tus asanas o simplemente es la ayuda de la arena.

Mi clase de Yoga playero fue impartida por una chica extranjera, que según ella misma no era profesora, tan solo practicante y cuyos conocimientos no eran demasiado amplios. Se hicieron algunas posturas cómodas  y otras que en mi humilde opinión hubiese descartado por todo lo anteriormente dicho. De todas formas eramos un grupo de unas veinte personas y fue agradable compartir un rato haciendo lo que más me gusta, Yoga.

A pesar de todo esto, que duda cabe que el mar, la arena, la naturaleza en general son lugares maravillosos  para hacer un poco de Yoga, respirar y relajarse con alguna asana cómoda y sencilla.



Disfruta de tu ser, siente lo que te rodea e integrate con ello.

OM TAT SAT. YOGA ESO ES.








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